Juego en empate
Juego en empate
Javier está sentado en el café. Desayuna un bacón con huevos revueltos y zumo de naranja, cuidando su postura y también evitando ensuciar su camisa azul celeste, pues el día apenas comienza y siempre debe estar impecable en la oficina. El mesero se acerca y
le pregunta si desea ordenar algo más. Es un hombre canoso, con una barriga
prominente. Lleva un delantal rojo con el nombre del lugar bordado en letras
blancas.
—No. Gracias —responde, con el desánimo que le están imprimiendo sus recuerdos. Recuerdos de la noche anterior.
Lo ha rememorado toda la mañana,
incluso la noche anterior, unas horas después de haber hecho el amor con su mujer, rememoró lo
sucedido. Si es que a eso aún se le podía llamar hacer el amor.
Por enésima vez la escena llega a su mente:
Él iba en el autobús, se había
dejado el coche en el taller hace cuatro días. Quizá su mujer no tuvo en cuenta
eso, o quizá no le importó. Llevaba 40 minutos en el autobús, los
embotellamientos constantes lo mantenían estresado.
En honor a la verdad, allí sentado,
mientras desayuna, trata de reconfortarse pensando en que el juego está en empate,
pues él lleva varias salidas sexuales con una compañera de la oficina, aun así,
no le resulta demasiado consolador.
Recuerda que hace tres días se acostó
con Tatiana, la chica de la oficina, 7 años menor que él, pero qué se le va a
hacer, se lo pasan bien; aunque sea cosa de unas pocas horas.
Un poco de ira crece en su interior,
así que le escribe a Tatiana para salir hoy, en la tarde. Ella responde que sí,
entusiasmada, acompañando el mensaje con varios emojis. Coger con ella será
mucho mejor que haber hecho el amor con su mujer la noche anterior. «si es que a eso se le puede llamar hacer el
amor» Se repite en la mente.
La escena continúa corriendo en su
cabeza, como un tráiler que se hubiese pausado:
El autobús
se había detenido en un semáforo, había un policía de tránsito. De no haber
estado allí ese uniformado, Javier quizá no hubiera visto nada; pero estaba.
Así es el destino, el caos, las cosas de Dios, un movimiento cósmico o lo que
sea que nos mueve.
Javier hace una bolita de papel con
un par de servilletas.
El policía
había detenido los vehículos cuando el semáforo cambió a verde, para seguir
dando paso a los que cruzaban en la intersección, por eso el autobús no había
avanzado. Él escuchaba una canción de los
Rodríguez en sus auriculares. No estaba prestando atención a su entorno,
pero a través de la ventana de emergencia del autobús vio claramente el cabello
de su mujer; entornó los ojos y la vio cuando se giró un poco, sonriendo, así
la había reconocido por completo. Ella iba en un taxi, un hombre, también mucho
menor que ella, la abrazaba y la besaba con demasiada pasión. En ese mismo
momento Javier había recordado las tardes de sexo con Tatiana, y había pensado
en que, a veces, uno juega sin saber que están jugando también con uno, y que
va perdiendo.
Había pensado en bajar del autobús y hacerle una escena, pero se abstuvo. También había pensado en llamarla, pero mantuvo la calma.
Si el karma existía lo estaba
pagando, y lo seguiría pagando, pues esta tarde la vuelta al karma volvía a
empezar.
Termina el desayuno y su mirada se
pierde en la acera de enfrente, fija la vista en un hombre que vende girasoles.
Pestañea. «No todo está tan mal» piensa, y se pone en pie.
La noche anterior, cuando había
llegado a su casa, su mujer ya estaba allí, esperándole. Javier la había
saludado normal. Le había besado, le había abrazado. El beso había sido con un
juego de su lengua; cosa que no hacía hace mucho, pero ella le correspondió
bien. Sintió un poco de asco, pero igual, la besó. En la habitación, unas horas
después de su llegada, la había besado aún más; en la boca, en el cuello, en
los muslos, en la espalda, en los senos, entre sus piernas, en su abdomen.
Pensó en que hace mucho no tenía sexo con su mujer como la noche
anterior.
Seguramente su mujer tendría
sexo con su amante hoy. Él, por su parte, compraría unos aceites para tener
sexo con Tatiana.
La vuelta al karma volvía a empezar,
y seguiría girando hasta explotar.
Si esta historia te ha atrapado, déjame un comentario.
Gracias
Me convertí en lector de algo diferente gracias a este Man , ya lo entendí y está de kilo
ResponderBorrarGracias, me gusta que les guste. Espero los sigan leyendo.
BorrarEres el mejor !
ResponderBorrarMuchísimas gracias.
BorrarEres el mejor !
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