¿Me amas?
¿Me amas?
María cumplió 42 años hace apenas un mes. Los celebró
con su madre de 72, su padre de 78, su hija de 17 y su nueva pareja; un hombre contemporáneo
a ella.
Siente que es una mujer feliz desde
hace menos de un año, pues antes de ello, vivió un infierno con Manuel, el
padre de su hija. Un hombre agresivo y posesivo con el que compartió 12 años de
su vida, hasta su separación. Después de eso, vivió un tiempo tortuoso. Casi
cuatro años de innumerables visitas a juzgados, pidiendo orden de restricción
en contra de su exmarido, cosa que ningún juez le concedió por no tener los
suficientes términos.
» Hoy, en su oficina, después
de mucho tiempo de no haber tenido recuerdos de esa época, una súbita imagen
acudió a su cabeza:
Cierta vez, después de haber
solicitado la tercera orden de alejamiento no concedida, Manuel había llegado a
casa de su madre, que era en donde ella había decidido alojarse temporalmente.
Manuel estaba ebrio, como otras tantas veces; y tan pronto ella había abierto la
puerta le había asestado un puño, sin mediar palabra, por debajo del
mentón.
Por un momento, Le llegó a la mente
ese sabor a sangre en la boca, el sabor de la impotencia ante un hombre
colosal, a su concepto, ya que ella es una mujer delgada y de estatura
promedio.
Ese día, su padre había salido con un trozo de madera, y había golpeado a Manuel en el antebrazo, este le había
empujado y el hombre, ya en su tercera edad, había caído de bruces en el
pasillo de entrada. María había escuchado a su hija llorar en algún lugar de la
casa y entonces, sacando fuerza de algún recoveco de su instinto maternal y
familiar, había tomado el trozo de madera de aproximadamente un metro de
longitud, para golpear a Manuel en el rostro. Este le había vociferado un
insulto, de tantos que le hizo durante tantos años no lo recordó en ese momento,
sentada en su oficina; bien pudo haber sido perra,
o puta, o zorra o cualquier otro.
Manuel le había abrazado, como una
boa constrictora sofocando a su presa; reduciendo sus movimientos, y evitando
otro golpe con el tablón.
—¿Me amas?
Le había preguntado, con su desagradable
aliento a aguardiente. — ¿Me amas? ¡Dime que me amas, maldita sea! — luego de
repetir la pregunta le había ajustado un rodillazo en el muslo izquierdo y María había soltado un fuerte gemido de dolor, cosa que se había vuelto habitual en cada
visita de Manuel.
La policía se había llevado a Manuel aproximadamente una hora después, tiempo en el que le dio otro par de golpes a ella, y un segundo a su padre; que se había puesto en pie para defenderla de nuevo.
A los dos días, Manuel estaba libre, como si nada, enviándole mensajes de texto y llamándola desde números desconocidos.
De camino a casa, de nuevo llegaron a su memoria
recuerdos de su exmarido, que intentó bloquear recordando a Raúl; su nueva
pareja, y hasta el momento, un polo opuesto de Manuel.
Al llegar a su casa, cerca de las 7
de la noche, se encontró a su madre allí, esperándola. Ella ahora vivía a un
par de calles de sus padres, y su madre tenía llaves de su nueva residencia,
así que solía ir, pero nunca se la encontraba tan tarde en su casa.
—Debes ver esto. —Su madre
sollozaba, y María temió que fuese algo relacionado con su padre, incluso la
muerte del mismo, ya que no estaba muy bien de salud. Pero la anciana
caminó en dirección a la sala y María la siguió, observando a su madre que ya
se encorvaba por el peso de los años.
En la televisión; el noticiero
emitía un informe sobre una protesta de campesinos, resignados por la falta de
compradores a sus productos, los altos precios de los insumos y los descarados
cobros de los intermediarios.
—¿Qué pasó mamá? —interrogó María,
angustiada.
—Siéntate, siéntate. —La anciana
se dejó caer sobre un mullido sofá y la instó a seguirla, María se sentó a su
lado y miró hacia el televisor. La noticia de los campesinos terminó y su boca
se abrió en un gesto de pavor al ver una fotografía de su exmarido acompañada
por un titular en letras amplias:
"Asesinó
a su pareja a golpes"
» Presuntamente, Manuel Córdoba
habría llegado a su casa tras una noche de tragos y, luego de una fuerte discusión
habría golpeado a su pareja en repetidas veces. Los vecinos escucharon los
gritos de la mujer y de inmediato llamaron a la policía. — una imagen
de la casa de Manuel se presentó en la pantalla del televisor, María sintió como
una lágrima rodó por su mejilla — La policía llegó al lugar de los hechos unos minutos después de haber recibido la llamada, pero la mujer yacía sin vida» — Concluyó la mujer que
informaba la noticia, pero cualquiera sabría que la policía no había asistido
con prontitud. Nunca lo hacía.
Ella sintió que su madre la tomó por
el antebrazo, como quien reconforta a una persona en un sepelio.
—Mierda —susurró María.
Pensó en que quizá, si en alguna de
las veces en que su exmarido la golpeó y ella denunció, se hubiesen tomado
medidas, no habría una mujer muerta a causa de los golpes de Manuel.
También pensó que pudo haber sido
ella.
También pensó en que quizá la otra
mujer también denunció varias veces; hasta se preguntó si en realidad seguían
juntos, o solo la perseguía como había hecho con ella.
También se preguntó si mientras
Manuel asesinaba a aquella mujer a golpes, le había preguntado si le
amaba.
Si esta historia te ha atrapado, déjame un comentario.
Gracias
Felicidades amigo muy interesante y cierto, un abrazo muy fuerte sigue deleitándonos con tus escritos. ��
ResponderBorrarMuchísimas gracias amiga. Cosas como tú comentario motivan mucho, espero estes muy bien.
BorrarSabes algo, estás para cosas grandes! Está genial, cruel y muy realista pero genial.
ResponderBorrarSuper interesante la trama de cada una de tus historias, sigue así llegarás muy lejos....
ResponderBorrarGracias, espero les sigan gustando las historias que iré subiendo.
BorrarMuchísimas gracias, espero los sigan leyendo, y les sigan gustando.
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